Si de algo debe servir la memoria histórica a la izquierda española es para aprender y no caer, hogaño, en los mismos errores que ella denuncia de antaño. Por una parte, parece que acaban de descubrir a las víctimas del 36 y protestan del "olvido" al que han sido sometidas durante 70 años, obviando que durante los 30 últimos ha sido precisamente la izquierda española la que ha hecho posible ese olvido, mucho más cruel e incomprensible que el practicado por la derecha. "Fue por culpa de la Transición" dicen ahora, dando la razón a quienes llevamos tres décadas denunciando aquél sucio apaño con los franquistas.
Ahora todos cuestionan la citada Transición, que marginó a las víctimas del 36 y las mantuvo en el limbo donde las colocó el anterior régimen, que sí había honrado largamente a sus caídos. La paradoja de esa izquierda española, tan tibia y tan difícil de distinguir de la derecha española, es que su paladín justiciero, el caballero Bayardo de su democracia, ha tenido que ser un juez titiritero que arrastra consigo el mayor número de denuncias por tortura de toda Europa. Allende el Ebro, las cosas son así.
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