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viernes, 10 de septiembre de 2010

Irán y la lucha de Fidel por la paz

Los preparativos del ataque a Irán continúan sin pausa a juzgar por el comportamiento de la jauría mediática, el ejército del imperio para la guerra psicológica. Lo que ocurre deja una inquietante sensación de déjà vu por su semejanza con el clima mediático fabricado antes del ataque a Iraq con la fábula de las armas de destrucción masiva.

Un ejemplo de ello es que la semana pasada Israel rechazó drásticamente la sugerencia de la Organización Internacional de Energía Atómica(OIEA) de someter a la inspección internacional su programa nuclear y unirse al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN) que se ha negado a firmar por décadas. La noticia pasó casi inadvertida en los medios corporativos, mucho menos se publicó en ninguno de ellos algún artículo de censura a esta actitud arrogante, en abierto desprecio por el derecho internacional, ni tampoco que expresara preocupación por la horrible amenaza a la supervivencia de la humanidad de las 400 bombas nucleares que se estiman en posesión del Estado hebreo. La gestión con Israel fue realizada por el japonés Yukiya Amano, director de la OIEA, quien se vio forzado a hacerlo por la encomienda que recibió de la mayoría de los Estados miembros, entre ellos los árabes, pero seguramente la realizó sin el menor entusiasmo ya que esta no era algo -Israel lo sabe muy bien- del interés de Estados Unidos y sus aliados.

En cambio, el informe de la OIEA sobre el programa nuclear de Irán -éste sí miembro muy inspeccionado del organismo y firmante del TNPN- filtrado a algunas agencias de prensa el lunes 6 sí ha sido ampliamente divulgado con un sesgo belicoso y rabiosamente antiiraní en los ya citados medios y ha dado pie a numerosos comentarios que sugieren o aseguran llegado el momento de la opción militar contra la nación persa como el publicado el miércoles 8 en la edición digital de The Wall Street Journal, cuyos estrechos vínculos con el complejo militar industrial, el capital financiero y el lobby sionista son de sobra conocidos. Como ocurrió con Iraq, el informe asegura que Irán cuenta con suficiente cantidad de uranio procesado como para fabricar dos bombas nucleares si lo depurara. Lo mismo, debe aclararse, ocurre en cualquier país que procese uranio con fines pacíficos y el propio informe dice que no hay pruebas de que el programa iraní tenga fines militares.

La filtración del informe en este momento no es casual. La resolución 1929 del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU establece que en un plazo de 90 días a partir de su adopción (9/6), el director general del OIEA debe rendir un informe sobre el programa nuclear de Irán a la Junta de Gobernadores del organismo (que según su página web se reúne la semana próxima) y paralelamente al CS en el que precise si Teherán está cumpliendo con las cuatro resoluciones decretadas por aquél desde 2006, incluyendo la 1929. En caso de que el informe indique que Irán no ha cumplido el CS adoptará “otras medidas apropiadas para persuadir a Irán de que cumpla lo dispuesto”. No es necesario ser docto para darse cuenta de qué quiere decir “otras medidas apropiadas”. En rigor, todos los que votaron por este instrumento se pusieron inconsciente e irresponsablemente entre la espada y la pared. Quien se dio cuenta de inmediato y lo ha explicado muy sencillamente es Fidel Castro al afirmar que Irán no es Iraq, que la nación persa no admitirá la inspección de sus buques y la rechazará por la fuerza, así como resistirá encarnizadamente a un ataque, posibilidad subestimada, al igual que su capacidad de hacer daño a los atacantes. Esta realidad, que Estados Unidos e Israel –y las otras potencias nucleares que votaron a favor de la 1929- no pudieron calcular en su momento es la que arrastrará inevitablemente a una guerra nuclear por encima de la voluntad de los que toman las decisiones, incluido Barak Obama, si se intentara aplicar la resolución con las armas. Por eso la batalla de Fidel se concentra en crear conciencia en el mundo de que estamos en una situación inédita, cuyo desarrollo es necesario frenar pues en caso que estalle la guerra su dinámica impedirá que, como en otros conflictos, los líderes puedan impedir que se accione el gatillo nuclear, como pudieron hacer con gran tino Kennedy y Krushov durante la crisis cubana de los misiles. Una guerra nuclear de magnitud y consecuencias imprevisibles nada menos que a las puertas de India, Pakistán, Rusia y China, todas potencias atómicas.

El gobierno del Reino de España teme a la sociedad vasca

Respuesta de Alternatiba a la prohibición de la manifestación de este sábado en Bilbao
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Salvador Allende

La conculcación de derechos fundamentales se ha convertido en un ejercicio habitual en nuestro país: asociación, manifestación, voto o expresión ya no parecen derechos sino privilegios reservados a la casta dominante, aquella que no molesta ni pone en cuestión el orden vigente. Esta rutina que padecemos en Euskal Herria es un alarmante indicador de la mala calidad de la democracia en el Reino de España.

De esta forma, la decisión de la Audiencia Nacional de prohibir la manifestación de este sábado en defensa de los derechos humanos, civiles y políticos, supone una vuelta de tuerca más dentro de esta lógica antidemocrática. Si los poderes públicos son quienes tienen la obligación de velar por reconocer derechos elementales como el derecho a la manifestación, la decisión de este tribunal de excepción es el síntoma más visible de la debilidad del estado de derecho español.

No les importa que la plataforma ciudadana convocante, Adierazi EH, haya recibido un apoyo multitudinario de organizaciones y personas con una trayectoria intachable en la defensa de derechos y libertades. A ojos de la justicia española, cualquier proceso social queda contaminado por la presencia de militantes de formaciones políticas ilegalizadas, de forma que por una parte arrebatan derechos individuales esenciales a estas personas, y por otro, extienden la sombra de la sospecha hasta cualquier que se atreva a acompañarlas.

La situación es inaceptable por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque la manifestación que han prohibido defiende todos los derechos para todas las personas, explicitando por encima de todo el derecho a la vida como premisa básica para cualquier proceso o dinámica social y política; en segundo lugar, porque quieren criminalizar una iniciativa respaldada por una pluralidad y diversidad de personas y organizaciones que no estamos conformes con el status quo, que no queremos quedarnos en silencio ante tanta degradación democrática, y que conservamos la ilusión ante una nueva coyuntura llena de esperanzas, de rearticulación social y de fortalecimiento de la izquierda combativa.

¿Será precisamente esto lo que tanto temen los poderes del Reino de España, una sociedad unida, fuerte, activa, participativa, que exige sus derechos por vías estrictamente democráticas? ¿Quién puede enfrentarse y por qué a una manifestación que agrupa a amplias mayorías bajo un mensaje que defiende el derecho a la vida como algo básico, junto al resto de derechos civiles y políticos fundamentales?

Pues esta nueva conculcación de derechos nace precisamente de los demócratas, aquellos que no tienen inconveniente en devaluar la democracia para salvaguardar sus intereses, quienes otorgan y quitan derechos y ciudadanía a su capricho; de los demócratas que tienen miedo a un verdadero proceso de paz porque necesitan un conflicto violento que justifique sus cazas de brujas y sus gobiernos ilegítimos, que garantice su perpetuación en el poder a cualquier precio; de los demócratas que temen a la sociedad y su participación, que se acobardan ante los movimientos sociales porque saben que es el pueblo el único sujeto capaz de acabar con tanta mentira y tanta degradación. Ellos, los demócratas, defienden la democracia con la condición de que no nos atrevamos a ejercerla.

Así, cuando la mayoría social ve esperanza, ellos ven miedo; cuando estamos luchando por articular redes plurales, confrontativas, democráticas, ellos ven terrorismo; cuando perseguimos la paz, ellos pretenden que el conflicto no acabe nunca.

Pero no nos vamos a detener, su miedo es el mejor indicador de que vamos por el buen camino, de que tenemos que seguir apostando por una paz con justicia social, en base a la participación social. Porque ahora más que nunca es el momento de la sociedad vasca, y no de quienes ejercen la violencia y conculcan derechos. No nos vamos a amedrentar.

Por eso, las personas que conformamos Alternatiba vamos a seguir luchando por un escenario democrático que permita reconstruir una izquierda soberanista en Euskal Herria para enfrentarse al poder desde todas las dimensiones de lucha, una izquierda basada en la democracia radical y la participación activa.

Este sábado vamos a salir a la calle masivamente, y vamos a demostrar que los verdaderos procesos de paz los lidera la sociedad por mucho que los gestores del poder se empeñen en entorpecerlos. Tienen miedo de un nuevo tiempo en el que la palabra tome el protagonismo. Es nuestro momento, es el momento de la ciudadanía. Euskal Herria se va a expresar y nunca va a dejar de hacerlo.

Miedo a la ola

Pello Urzelai
Berria
La convocatoria de manifestación para sacar a la luz la exigencia de todos los derechos y para todos es una buena oportunidad para simbolizar un nuevo escenario; dejando a un lado todo tipo de violencia, para impulsar un tiempo basado en el respeto a todos los derechos. Una buena ocasión, para sacar a la calle la esperanza de un nuevo futuro. La naturaleza amplia de los convocantes, y el mensaje que yace tras la consigna -totalmente comprometido con todos los derechos- tiene los ingredientes necesarios para la adhesión de miles de ciudadanos.

La coyuntura política -tras el paso dado por ETA, y más allá de la letra del documento- también ayuda. Pero, al parecer, la ola que pueda surgir este sábado en Bilbo a favor de los derechos civiles y políticos era preocupante para el Gobierno Español. El fiscal jefe de la Audiencia Nacional Javier Zaragoza ha solicitado la prohibición de la manifestación, sin disimular la evidente falta de argumentos. Porque es imposible argumentas que la manifestación ha sido convocada para «apoyar la estrategia de la organización terrorista y de justificar las acciones de sus miembros»; precisamente, el motivo de la manifestación es reclamar «la garantía para los derechos civiles y políticos, los derechos humanos, los individuales y los colectivos» (incluido el derecho a la vida y a la libertad), tal y como recoge el texto de la convocatoria hecha el sábado pasado. De la misma forma, no se puede achacar la iniciativa a la izquierda abertzale, diciendo -tal y como dice la Fiscalía- que ciertos dirigentes históricos de organizaciones ilegalizadas la han apoyado. La realidad es muy distinta, y salta a la vista, tal y como se vio en la foto de la aparición del sábado pasado. La manifestación cuenta con un amplio apoyo: EA, Aralar, la izquierda abertzale, Alternatiba, EAE-ANV, ELA, LAB, EHNE, Lokarri... Un gran bloque social se ha unido a la reivindicación de derechos planteada por la plataforma Adierazi EH. Dentro de esa lista de derechos basada en tratados internacionales, junto con la vida y la libertad, han incluido los derechos de los presos, la libertad de expresión, y la legalización de partidos y organizaciones. Es posible que detrás del intento de prohibición se esconda la intención de evitar que la una gran masa de gente apoye esas reivindicaciones.

Por ejemplo, el ministro Rubalcaba ha querido presentar la petición de legalización de la izquierda abertzale como si exclusivamente de la izquierda abertzale se tratara (una cuestión entre Batasuna y ETA). Pero reclamación de legalización de todas las opciones políticas no es solamente de la izquierda abertzale, sino una petición de una mayoría social -que cuenta con el apoyo de diversos agentes internacionales, así como del Financial Times-, y eso puede quedar claro en Bilbo.