por Salim Lamrani*
La prensa y las cancillerías occidentales se han indignado del suicidio en la prisión de Orlando Zapata Tamayo, presentado como una víctima la «dictadura cubana». Pero este drama humano no tiene la significación que la prensa comercial le está atribuyendo: Zapata nunca tuvo actividad política. Una vez más, observa Salim Lamrani, la propaganda ha deformado los hechos y los manipula para justificar más tarde la hostilidad de Washington frente a Cuba.
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