En Cuba existen cerca de 50 personas a las que los grandes medios de comunicación etiquetan como “presos políticos”, “presos de conciencia” o “disidentes”. Los gobiernos de los países más poderosos y ricos del mundo se apoyan en este argumento para presionar al gobierno cubano y tratar de forzar los cambios en la Isla acordes a sus intereses políticos y económicos. La conocida y prestigiosa organización Amnistía Internacional también califica con estos términos a algunas de estas personas. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello?
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