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lunes, 14 de diciembre de 2009

Mucho más que un grandioso espectáculo

La final del Campeonato de Bertsolaris de Euskal Herria de 2009 ya está en la historia. Fue, antes que nada, un gran espectáculo, un espectáculo moderno, televisivo, de masas, vibrante, cargado de emoción -y de emociones- de principio a fin durante siete horas. Para la memoria colectiva de este país quedarán la imagen inédita de la txapela sobre la cabeza de Maialen Lujanbio, pero también la del abrazo calurosísimo de Amets Arzallus tras quedar segundo, la de la alegría incontenible de Andoni Egaña al pasar el testigo o la de la satisfacción de un público volcado que vibró hasta el punto de hacer la ola en el BEC. Fue, en resumen, una final sin perdedores, en la que todos ganaron: el bertsolarismo, el euskara, y también Euskal Herria.

Y es que no sólo estamos ante un mero espectáculo de entretenimiento. En la final se retrató la parte de la realidad de un país que menos veces aparece en los medios de comunicación y que menos se conoce fuera de las fronteras geográficas y lingüísticas. Quien se hubiera asomado al BEC desde otros territorios u otras lenguas habría descubierto una nación muy viva con sus preocupaciones y sus ilusiones, sus ganas de aportar a un nuevo mundo, sus sufrimientos endémicos y sus alegrías puntuales, sus peleas diarias, sus objetivos por cumplir, sus sueños quizás no tan lejanos... Los ocho bertsolaris sirvieron de nuevo como fedatarios de cuestiones que muchas veces se ocultan intencionada y malévolamente, y fueron voz de los sin voz en muchos de sus bertsos.

La final confirmó que este país no sólo existe con todas sus señas de identidad -y el euskara como piedra angular principal-, sino que tiene todo el futuro por delante. Porque el del BEC fue además un evento cargado de juventud: jóvenes eran los finalistas y joven era la mayor parte del público. Todo un caudal de energía que se resumió en el «Gora gu ta gutarrak» de Unai Iturriaga, pero más aún en el bertso de despedida de Maialen Lujanbio, la nueva txapeldun, animando a seguir construyendo Euskal Herria por encima de «normas, leyes y juicios».

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