GARA . Paperezko lupa Maite SOROA
Ahora están preocupados, muy preocupados por el qué dirán. La aparición en escena de un notable gruppo de personalidades de renombre internacional les ha sacado de sus casillas y los elementos menos reflexivos del nacionalismo español no pueden evitar insultar. Es de su naturaleza.
Edurne Uriarte, en «Abc», empezaba con una sentencia casi bíblica: «La legitimación política de ETA ha corrido a cargo más bien de cómplices útiles. De nacionalistas que, conociendo perfectamente la naturaleza de los criminales, han preferido obviarla para conseguir sus objetivos políticos. A ellos se han sumado los cínicos útiles».
Pero, nos dice Uriarte, los «cómplices» y los «cínicos» están escamados, así que «los terroristas se han quedado con la sola colaboración de los ignorantes útiles, que es la condición de la mayoría de los mediadores internacionales».
Y hace distingos entre unos y otros: «No de Brian Currin, que sabe lo bastante para ser un cínico, o de John P. Linstroth, de un fanatismo comparable a los peores cómplices. Pero sí de esas nobles figuras como Desmond Tutu, Frederik Willem de Klerk, la Fundación Mandela, Mary Robinson, John Hume o Albert Reynolds. Que no tienen la más mínima idea de lo que ocurre en España y han tenido, sin embargo, la tremenda irresponsabilidad de meterse a asistentes de ETA». ¿Alguien se puede creer tamaña memez?
También Germán Yanke, en «Estrella Digital» dirigía sus dardos contra los firmantes de la Declaración de Bruselas y pedía mano dura con ellos: «Tras una tregua que no es tregua, ETA sale ahora con la invitación a reunirse con un grupo de ingenuos desconocedores de la situación que firmaron la Declaración de Bruselas. No se trata ni de dar la apariencia de que se atienden sus solicitudes de tregua permanente, sino de `analizar la situación'. Si algunos de los premios Nobel que ya se desprestigiaron sumándose a los intereses del ínclito Currin, se entrevista ahora con un grupo de criminales que forman parte de todas las listas razonables de terroristas sólo merecerían que la Academia de los Nobel les retire el galardón para no desprestigiar el mismo con el desprestigio acumulado por sus premiados». Mucho nerviosismo. Buena señal.
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