Koldo Méndez tiene 57 años y es concejal en Berriz (Vizcaya). Fue arrestado y maltratado por la Ertzaintza el pasado martes 25 de mayo, a las 19 horas, cuando los príncipes se dirigían en coche al teatro Campos Elíseos a presidir la entrega de los Premios Novia Salcedo. Antes de ese día nada singularizaba el brazo derecho de Méndez; ahora sí, tras su visita a la comisaría, lleva ese brazo en cabestrillo.
El propio Méndez ha explicado así lo sucedido [1]. Como se señaló, el pasado martes, los principales de Asturias, el príncipe Felipe de Borbón y la princesa multioperada Leticia Ortiz [2], referente de numerosas jóvenes ciudadanas y de muchas de nuestras personas mayores, “visitaron” Euzkadi. Como otros ciudadanos, Méndez protestó. Es republicano, no es partidario de la Monarquía ni de la dinastía borbónica. En su opinión, se puede criticar en España a cualquier institución pero con (la Iglesia y) la Monarquía siempre se topa. Es intocable. Koldo recuerda que “fue impuesta por Franco y juró los principios del Movimiento”. Hay libertad para gritar ¡Viva el Rey!, señala, pero no en cambio para defender la tesis contraria. La libertad de expresión no existe en su opinión.
Se le ha acusado decir “¡Muerte a la Monarquía!”. No fue el caso. Él asegura haber gritado, lo que ciertamente no está nada mal, ¡Viva la República!, ¡Viva la República vasca libre!, ¡Monarquía franquista!, ¡Monarquía asesina! y ¡Viva la Memoria histórica!. Lo que se gritaba, lo que gritábamos masivamente, en los años de la transición.
Tras la protesta, un ertzaina vino hacia él. Le preguntó si estaba satisfecho. Koldo respondió afirmativamente: había ejercido su libertad de expresión. Otros ertzainas fueron más contundentes: se abalanzaron sobre él, le redujeron y le llevaron hasta la entrada de la Iglesia de los Jesuitas. Un lugar que pensaron apropiado para su singular actuación.
Vino luego comisaría. Koldo sufrió vejaciones. Como es concejal, con chulería y a cara descubierta, los policías vascos le gritaron: “¡Vaya representación qué tenemos!”. Le arrojaron al suelo y le golpearon. Operado del estómago recientemente, ni siquiera le dejaron ir al lavabo. Luego, fue trasladado al ambulatorio y más tarde al hospital. Se pasaron un pelín. Tiene dañados los ligamentos del hombro y los de la rodilla. ¡Y Koldo es concejal! ¡Y sólo gritaba en la calle consignas republicanas!
Koldo Méndez es militante del PSE-PSOE, el partido que gobierna Euzkadi en alianza con el PP. Él dice y cree pertenecer “a la gran tradición republicana” del partido socialista. El mundo de las creencias no es fácil compresión.
El PSE-PSOE, por su parte, ha anunciado que de forma urgente pedirá explicaciones. ¿A la Ertzaintza? No, no, en absoluto. A Koldo Méndez. Este tipo de actitudes, asegura el partido de Zapatero, Barrionuevo y del asesor del señor Carlos Slim, “no se corresponden con un comportamiento democrático”. ¿Qué actitudes? ¿Las de la Ertzaintza? No, las de Koldo Méndez.
El lendakari, era previsible, no ha dicho hasta ahora que esa boca, la suya, es suya. Eso sí, Patxi López acompañó a los beneméritos príncipes durante la entrega de los premios. Ninguna consideración obstaculizaba su presencia.
La Ertzaintza por su parte, dirigida por el inefable consejero del Interior, el “socialista” Rodolfo Ares, rehusó al día siguiente dar explicaciones de las lesiones del concejal. Aparecieron, ya está. Nada que decir.
Koldo Méndez es también miembro de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomas (UPTA) en Euzkadi. UPTA de España también censuró la actuación. ¿De quien? De Koldo Méndez, of course.
El mundo al revés. Alicia (y Koldo) en tierras borbónicas de paradojas sangrantes. Lástima que no esté aquí ya Martín Gardner para contarnos un relato con esta paradoja infame que también hace pensar. Como las que a él le gustaban.
PS: ¿Y la Monarquía? ¿Ha dicho algo la Casa Real? ¡Camarero! Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, veinticinco de mayo, garrote mil.
Notas:
[1] Público, 27 de mayo de 2010, p. 20.
[2] O la ambición de la señora Leticia Ortiz no tiene límites ni parangón, sendero cuya veracidad no es ciertamente imposible, o la que le están haciendo pasar los consejeros y guías de la Casa Real borbónica española, incluido el Opus Dei, no tiene antecedentes conocidos. La disyunción, en este caso, no es exclusiva.