Editorial de www.vilaweb.cat , quizás su lectura entenderemos algunas cosas "irracionales" que son motivo de reflexión en cuanto a las infraestructuras , el artículo original está :http://www.vilaweb.cat/editorial/4017643/guerra-mediterrani.html
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No hay ninguna explicación racional de que todavía tengamos que reivindicar el corredor mediterráneo. Nadie puede discutir su necesidad económica y la urgencia, no sólo para Europa sino incluso para el estado español. Sin embargo, estamos donde estamos y aún hoy se reunirán nuestros presidentes pidiéndolo. ¿Por qué? Qué se esconde detrás tanta irracionalidad? Tenemos que pensar que es mera incompetencia? Me parece que no. Entre otras cosas, porque el repaso de un viejo manual militar americano sugiere una respuesta que, esta sí, se entiende y es bien lógica: somos el enemigo.
Hablo de un volumen titulado 'A Quick & Dirty Guide to War'. Fue escrito en 1985 por Austin Bay y James S. Dunnigan, dos analistas responsables de idear juegos de guerra en el Pentágono y en el Colegio de Guerra del Ejército.
Entendámonos: un juego de guerra es una simulación. Y durante décadas los militares americanos han preparado situaciones políticas potencialmente complicadas a base de simularlas primero. Cuando ven en el horizonte algo que les inquieta hacen simulaciones de qué podría pasar. Y las hacen con un notable aparato tecnológico, ciertamente, pero también con la participación de políticos que los entrenan sobre las reacciones creíbles los actores implicados en el conflicto - hipotético o no.
El libro explica, de hecho, quince juegos de guerra de estos, con todo el detalle imaginable. No dice en ninguna parte que sean juegos realmente jugados, ni yo he conseguido nunca, por más que lo he intentado veces, que los autores del libro me dan información concreta sobre cómo conseguir datos tan precisas como las que usan. Pero hay detalles que me hacen pensar que estamos ante una recopilación de juegos realmente llevados a la práctica. Para empezar, de las quince guerras explicadas en el libro, doce han ocurrido, y han ocurrido como el libro explica, a menudo siguiendo los patrones que se dan.
Hay tres, pues, que no han ocurrido: una guerra mundial, otra para los minerales del Caribe y una entre Cataluña y España. Efectivamente. El capítulo decimocuarto presenta la posibilidad de una guerra entre Cataluña y España, sin subterfugios ni medias tintas. Y aquí entra en juego el segundo de los detalles que me hace pensar que los datos que tienen del conflicto lo son todo, salvo accidentales: una lectura atenta del capítulo enseña claves y visiones (el papel de Montserrat por ejemplo ...) que sólo personas muy entendidas en nuestro país serían capaces de poner en medio de la trama. Ellos no son especialistas en nosotros y en cambio se sabe que en algunas ocasiones los americanos habían simulado que pasaría a sus bases durante la transición. No es tan difícil atar cabos.
Pero lo que me interesa explicar es que el capítulo concreto que relata la guerra entre Cataluña y España explica algo fundamental: que hay tres piezas que pueden inclinar la balanza: Francia (y un día deberíamos hablar), ETA ( que podría desencadenar un conflicto que arrastran todos ...) y los valencianos, que somos la 'wild card', la pieza decisiva en el movimiento de la balanza. Dicho de otro modo: alguien aprendió, gracias a ese juego, que un corredor mediterráneo potente y unido es una seria amenaza a la idea de España que han tenido siempre y siguen teniendo los que mandan en Madrid.
Alguien lo aprendió y alguien lo pone en práctica de una manera tan persistente y tozuda que décadas después el gobierno español no hace caso de la Comisión Europea por mucho que le ordeno que acelere el corredor mediterráneo. Nosotros tenemos toda la razón, Europa nos la da, pero España hace el sordo y nos trata con tanta displicencia e irracionalidad que hay que pensar que no hay simple desdén, sino prevención. Una prevención calculada y basada en datos concretos, como las que Austin y Bay explican.
Ellos tienen saben eso de la 'guerra del Mediterráneo' y de ahí que se comportan con la aparente irracionalidad que tanto nos enerva. Pero no nos engañemos: la actuación del estado español no es la de quien va contra toda la lógica porque sí. Más bien es la de quien no quiere facilitar las cosas al enemigo.
Y si no, explícame qué sentido tiene perjudicar toda la economía del estado manteniendo una sola vía en las tierras del Ebro? ¿Por qué van pasando los años y el TGV de París, anunciado para que llegara en 1992 en Barcelona aún no llega ni a Girona? O dame una razón sólida para entender por qué el mismo año que la Unión Europea proclama que hay que hacer inmediatamente y prioritariamente el corredor mediterráneo el estado español no le dedica ni un euro?
PS: Algunos lectores han extrañado que en Amazon y otras tiendas se vende el libro pero no encuentran la información del capítulo sobre Cataluña y España. Es porque el volumen va actualizando de forma periódica con datos y guerras nuevas. Yo tengo la segunda edición que incluye el capítulo del que hablamos .
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No hay ninguna explicación racional de que todavía tengamos que reivindicar el corredor mediterráneo. Nadie puede discutir su necesidad económica y la urgencia, no sólo para Europa sino incluso para el estado español. Sin embargo, estamos donde estamos y aún hoy se reunirán nuestros presidentes pidiéndolo. ¿Por qué? Qué se esconde detrás tanta irracionalidad? Tenemos que pensar que es mera incompetencia? Me parece que no. Entre otras cosas, porque el repaso de un viejo manual militar americano sugiere una respuesta que, esta sí, se entiende y es bien lógica: somos el enemigo.
Hablo de un volumen titulado 'A Quick & Dirty Guide to War'. Fue escrito en 1985 por Austin Bay y James S. Dunnigan, dos analistas responsables de idear juegos de guerra en el Pentágono y en el Colegio de Guerra del Ejército.
Entendámonos: un juego de guerra es una simulación. Y durante décadas los militares americanos han preparado situaciones políticas potencialmente complicadas a base de simularlas primero. Cuando ven en el horizonte algo que les inquieta hacen simulaciones de qué podría pasar. Y las hacen con un notable aparato tecnológico, ciertamente, pero también con la participación de políticos que los entrenan sobre las reacciones creíbles los actores implicados en el conflicto - hipotético o no.
El libro explica, de hecho, quince juegos de guerra de estos, con todo el detalle imaginable. No dice en ninguna parte que sean juegos realmente jugados, ni yo he conseguido nunca, por más que lo he intentado veces, que los autores del libro me dan información concreta sobre cómo conseguir datos tan precisas como las que usan. Pero hay detalles que me hacen pensar que estamos ante una recopilación de juegos realmente llevados a la práctica. Para empezar, de las quince guerras explicadas en el libro, doce han ocurrido, y han ocurrido como el libro explica, a menudo siguiendo los patrones que se dan.
Hay tres, pues, que no han ocurrido: una guerra mundial, otra para los minerales del Caribe y una entre Cataluña y España. Efectivamente. El capítulo decimocuarto presenta la posibilidad de una guerra entre Cataluña y España, sin subterfugios ni medias tintas. Y aquí entra en juego el segundo de los detalles que me hace pensar que los datos que tienen del conflicto lo son todo, salvo accidentales: una lectura atenta del capítulo enseña claves y visiones (el papel de Montserrat por ejemplo ...) que sólo personas muy entendidas en nuestro país serían capaces de poner en medio de la trama. Ellos no son especialistas en nosotros y en cambio se sabe que en algunas ocasiones los americanos habían simulado que pasaría a sus bases durante la transición. No es tan difícil atar cabos.
Pero lo que me interesa explicar es que el capítulo concreto que relata la guerra entre Cataluña y España explica algo fundamental: que hay tres piezas que pueden inclinar la balanza: Francia (y un día deberíamos hablar), ETA ( que podría desencadenar un conflicto que arrastran todos ...) y los valencianos, que somos la 'wild card', la pieza decisiva en el movimiento de la balanza. Dicho de otro modo: alguien aprendió, gracias a ese juego, que un corredor mediterráneo potente y unido es una seria amenaza a la idea de España que han tenido siempre y siguen teniendo los que mandan en Madrid.
Alguien lo aprendió y alguien lo pone en práctica de una manera tan persistente y tozuda que décadas después el gobierno español no hace caso de la Comisión Europea por mucho que le ordeno que acelere el corredor mediterráneo. Nosotros tenemos toda la razón, Europa nos la da, pero España hace el sordo y nos trata con tanta displicencia e irracionalidad que hay que pensar que no hay simple desdén, sino prevención. Una prevención calculada y basada en datos concretos, como las que Austin y Bay explican.
Ellos tienen saben eso de la 'guerra del Mediterráneo' y de ahí que se comportan con la aparente irracionalidad que tanto nos enerva. Pero no nos engañemos: la actuación del estado español no es la de quien va contra toda la lógica porque sí. Más bien es la de quien no quiere facilitar las cosas al enemigo.
Y si no, explícame qué sentido tiene perjudicar toda la economía del estado manteniendo una sola vía en las tierras del Ebro? ¿Por qué van pasando los años y el TGV de París, anunciado para que llegara en 1992 en Barcelona aún no llega ni a Girona? O dame una razón sólida para entender por qué el mismo año que la Unión Europea proclama que hay que hacer inmediatamente y prioritariamente el corredor mediterráneo el estado español no le dedica ni un euro?
PS: Algunos lectores han extrañado que en Amazon y otras tiendas se vende el libro pero no encuentran la información del capítulo sobre Cataluña y España. Es porque el volumen va actualizando de forma periódica con datos y guerras nuevas. Yo tengo la segunda edición que incluye el capítulo del que hablamos .