Via facebook me ha llegado este artículo que os traduzco, quizás nos haga ver la historia reciente con otros ojos...dice Alfons Lopez Tena .......................................
De su nacimiento hasta ahora, a lo largo de siglo y medio, el catalanismo político hegemónico ha propugnado siempre respecto a España el entendimiento, el diálogo, la pedagogía, el encaje, el pacto, con el objetivo de compartir soberanía y participar de los poderes del Estado. Desde las Bases de Manresa en el pacto fiscal, pasando por Estatutos varios, el balance es el que resulta de la respuesta española: dictadura, represión, desprecio, dominación, saqueo.
Para pactar hacen falta dos, y España nunca ha aceptado ser una parte que pacta con Cataluña, otra parte, sino un todo que incluye Cataluña como integrante suya: la parte catalana no se relaciona ni pacta con el todo español, se somete y basta.
No han faltado voces lúcidas catalanas advirtiendo de la inanidad del propósito de entendimiento con España, que como todos los dominadores nunca ha querido ni quiere ni querrá pactar sino mandar. Advertía Rossell y Vilar en 1931: "El error fundamental de los políticos y escritores, catalanes y españoles, que, hasta ahora, han dialogado de las relaciones entre España y Cataluña, ha sido la pretensión de querer entender a base de convencer al interlocutor ... el punto de partida de las negociaciones, debe ser el de discordia, el franco reconocimiento de no entenderse, de renunciar a entenderse en lo que es primordial e íntimo. "
Una y otra vez, sin embargo, los catalanes se han empeñado y empeñamos mayoritariamente en el pacto con un dueño español depredador y dominante que cuanto más siendo los ruegos de pacto más en desprecia quien sólo se lamenta.
Es la lección de los clásicos romanos y chinos. Cuenta Tito Livio que cuando los galos comandados por Brennus habían ya tomado y arrasado Roma y sólo el Capitolio acosado aunque se resistía, los hambrientos defensores propusieron los galos un pacto, negociado por Quintus Sulpicius por cuenta del Senado y aceptado por Brennus, mil libras de oro a cambio de la retirada de los galos. Pesado del oro, sin embargo, los romanos advirtieron que en la balanza los pesos llevados por los galos estaban trucados y protestaron, recibiendo como respuesta gala la humillación suplementaria de añadir a los pesos trucados el peso de la propia espada del vencedor y exigiendo más oro, todo espetándole "¡Ay de los vencidos".
En Asia Han Fei cuenta: "Ante el inminente ataque del Reino de Qi, el Reino de Lu envió Zi Gong para que los convenciera, pero los de Qi le respondieron: 'Nos conmueve tu oratoria y entendemos tus argumentos, pero no queremos oratoria ni argumentos, queremos territorios ', atacaron Qi y el conquistaron. Ver, pues, como confiar en la oratoria lleva a la pérdida de territorios, como le convirtió en Lu, y fiarse de la benevolencia lleva a la destrucción de Reinos enteros, como es sabido que le pasó al famoso Rey Yen de Xu . Y es así porque ni la benevolencia, ni la rectitud, ni la sabiduría ni la oratoria, son métodos adecuados para la subsistencia de los Estados. La fuerza sí, pero: si los Reinos de Xu y Lu se hubieran servido para atacar los grandes Reinos de Qi y de Qing, quizás no hubieran sucumbido. "
Recomendaban los romanos "aut consilio aut ense", que en Chile los luchadores por su independencia (de España ), tradujeron magistralmente: "Por la Fuerza de la razón o la razón de la Fuerza".
De nada nos ha servido a los catalanes la fuerza de la razón hacia España, que no atiende ni entiende ni quiere, y sólo nos quiere para mandarnos, robarnos, y asimilar cómo en sometidos. Fracasados todos los intentos de pacto, es la hora de la razón de la fuerza. La fuerza de un pueblo que democráticamente, cívica y pacífica opta y vota por la independencia.