Hablar hasta por los codos y hacer de payaso frente a las cámaras de televisión, termina no sólo agotando al público, sino también haciendo el rídiculo internacionalmente
POCO A POCO, pero más rápido de lo esperado, el choclo va desgranándose y el novel Presidente de la República de Chile comienza a beber la cicuta que creyó poder evitar. Su principal flaqueza –además de la demagogia burda que emana de sus poros- es, por cierto, su incontinencia verbal. La lengua le traiciona ya que deja escapar ideas que lleva desde siempre en el corazón, pero que la mente (cuando está fría) aconseja encerrar entre los parietales y occipitales de la testa.
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