Pese a que ayer en sus ediciones digitales algunos medios de comunicación lo enfocaron así -otros tardaron horas en informar al respecto, tal vez en espera de que sonase el «teléfono rojo»-, en sí mismo no es noticia que miembros relevantes de la comunidad internacional pidan a ETA un «alto el fuego permanente y completamente verificable». Por ejemplo, que una persona como Raymond Kendall, ex secretario general de la Interpol, pida a un grupo armado europeo que cese en su actividad militar no puede ser considerado, como tal, una primicia informativa.
. También es reseñable que esos líderes sitúen el conflicto político como tal, es decir, con dos partes en liza y con el diálogo como único camino para su resolución. Por eso, a pesar de lo gastado del término, el documento presentado ayer sólo puede ser catalogado como histórico, tanto por sus firmantes, entre los que destacan cuatro premios Nobel de la Paz y altos cargos de gobiernos europeos, como por su contenido, que sitúa el conflicto vasco en sus justos términos, como el último conflicto político con un enfrentamiento armado abierto sin resolver de Europa.
Es en ese contexto en el que la petición de alto el fuego a ETA, así como el llamamiento al Gobierno español a estar a la altura de las circunstancias, adquiere un verdadero valor político.
El conflicto vasco en la agenda internacional
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