El primer dogma sobre el que se construye el programa escolar del Gobierno de Lakua denominado «Plan de convivencia democrática y deslegitimación de la violencia» se produce al sostener que hasta ahora en las aulas se legitimaba la violencia política. Es evidente que este tema se ha tratado en clases de Filosofía, Religión, Historia y Ciencias Sociales en general, pero no es cierto que fuese introducido malévolamente para justificar a ETA, sino porque es parte de esas asignaturas, pura realidad histórica y elemento de discusión ética desde tiempos de la Grecia Clásica. Y, sobre todo, porque es parte de la realidad de este pueblo.
Respecto a las opiniones defendidas en esos debates, éstas se corresponden con las existentes en la sociedad, tanto por parte del profesorado como del alumnado. El apoyo a ETA en la sociedad vasca no se circunscribe a un determinado sector social, ni todas las per- sonas que consideran la violencia en favor de la democracia legítima apoyan necesariamente a ETA, por lo que el debate en las aulas sólo tiene el mismo límite que en la calle: su persecución institucional. Algo que, dicho sea de paso, no ha hecho sino agudizar la capacidad dialéctica de quienes defienden la lucha armada, con lo que éstos han tenido que aplicarse más en esos estudios. Tampoco este debate tiene que ver con quién esté en el Gobierno, sino con la realidad que vive este pueblo, puesto que esa clase de debates se han dado, se dan y se darán por igual en todos los territorios de Euskal Herria, con posturas parecidas, por ejemplo, en Bilbo y en Iruñea. Otro dogma. Igual que sostener que en realidad no hay conflicto político alguno y que las de la otra parte no son víctimas... Algo imposible de sostener cuando miles de vecinos de esos estudiantes han sido detenidos, torturados y algunos han muerto. Sus hijos e hijas asisten a esas clases.
En definitiva, el debate de ideas sobre la violencia política existirá mientras el conflicto político se dé en los parámetros actuales. También después, pero la solución es resolver el conflicto, no negarlo con dogmas infantiles.
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