Rafa Díez Usabiaga fue encarcelado ayer por orden de Ángela Murillo, Teresa Palacios y Juan Francisco Martel, los mismos jueces que han decidido condenarlo a él y a otros compañeros de militancia por promover un escenario de paz y democracia en Euskal Herria. Decidieron enviarlo a prisión a pesar de dejar claro que no tenía intención alguna de fugarse, como, por otra parte, ha quedado demostrado en todos estos meses. Puede que, precisamente, la posibilidad de que siguiera trabajando por este pueblo constituyera para el tribunal un motivo más fuerte para encarcelarlo que cualquier hipótesis de fuga.
Antes de que dos agentes lo esposaran y escoltaran al calabozo, Díez, contra quien ni siquiera había orden de detención cuando la Policía entró hace dos años en la sede de LAB y que a pesar de ello ha sido condenado a diez años de cárcel, dio una lección de dignidad y coherencia a sus captores. Indicó que, esté donde esté, seguirá luchando por su país, por la paz y por las soluciones democráticas. La voz del sindicalista abertzale, que pudo oírse a través de los medios de comunicación, trasmitió convicción y orgullo por el trabajo realizado. Poco después iba camino de Soto del Real. No es la primera vez que Murillo asiste a una demostración de integridad personal y política por parte de un militante vasco. De hecho, en su carrera judicial ha enviado a muchos a la cárcel. Fue la magistrada que presidió el juicio por el sumario 18/98 y, como entonces hicieron los procesados día tras día durante año y medio, Díez se convirtió ayer en el espejo de su mediocridad.
El ex secretario general de LAB está en la cárcel por el ánimo vengativo del estado y de sus gestores. Y es que los jueces que han firmado la sentencia no han hecho sino cumplir a rajatabla el papel que para ellos había diseñado el fiscal y, de su mano, el Gobierno del PSOE. Como sucede con las alegaciones presentadas contra Sortu, la responsabilidad de que Rafa Díez y sus compañeros hayan engrosado la larga lista de presos políticos es del Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero, incapaz de ofrecer nada positivo a este país.
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