La anécdota ilustra el nivel de desesperación de muchos de los 15 millones de parados que se han quedado sin asistencia sanitaria
2011-06-22
Suena a broma pero no lo es. Un hombre atracó un banco para recibir atención médica en la cárcel. Ocurrió hace dos semanas en una localidad de Carolina del Norte. El atracador, James Richard Verone, de 59 años, es un repartidor de Coca-Cola que se quedó sin trabajo y tenía problemas de salud. La anécdota ilustra el nivel de desesperación de muchos de los 15 millones de parados que se han quedado sin asistencia sanitaria en un país donde el acceso a la sanidad depende casi enteramente del empleo.
Verone entró en una sucursal bancaria de Gastonia el 9 de junio y le entregó una nota a una de las cajeras en la que pedía tan sólo un dólar, informándole de que era un atraco y que tenía una pistola. Después se sentó y esperó que el empleado llamara a la Policía. "Se quedó en el sofá", explicó este último a la cadena ABC.
Los agentes arrestaron al presunto delincuente, que ni opuso resistencia ni estaba armado. Verone aseguró que sólo pidió un dólar para dejar claro que sus motivos eran sanitarios y no monetarios, según declaró la Policía.
Con problemas en el pecho, dos discos rotos en la columna vertebral y sin trabajo al perder su empleo de repartidor tras 17 años, Verone espera permanecer el mayor tiempo posible en la cárcel, según contó en la carta que mandó al Gaston Gazette explicando sus intenciones. "Soy una persona lógica y esa es mi lógica, la que se me ocurrió", dijo Verone. Pero las cosas a lo mejor no le salen como planeaba. Una acusación de robo, a menos que sea robo armado con violencia, no le mantendrá entre rejas más de un año. Será juzgado el próximo 28 de junio.
Cuando Barack Obama lanzó su campaña presidencial en 2007 nombraba a menudo a los 47 millones de estadounidenses que no gozaban de sanidad. Con la crisis son cada vez más numerosos. El censo los sitúa ahora en 50 millones, el 16,7% de la población.
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