Pello Urzelai
Berria
Tal y como ha dicho el presidente del Gobierno Vasco, Patxi Lopez, los jueces tienen entre manos un papelón jurídico-político con el caso de Bildu. Pero no solo los jueces, también las autoridades y los partidos políticos. Nadie se libra. El caso de Bildu viene por la senda del caso de Sortu. Los dos tienen la misma base: los informes de la Policía y la Guardia Civil, hechos con un mismo objetivo principal: dejar a la izquierda abertzale (y a cualquier alianza independentista o soberanista en la que pueda participar) fuera de las elecciones. Con ese objetivo han construido un relato, utilizando con malicia ciertos documentos y ocultando otros (a esa conclusión llegaron en el caso de Sortu los magistrados que emitieron su voto particular). El otro argumento principal de los ilegalizadores ha sido menospreciar o considerar falsa la postura contraria a la violencia.
En el caso de Bildu han actuado de manera parecida. Pero han quedado mucho más patentes las violaciones de derechos, las trampas y la caza de brujas. Han forzado el concepto de la contaminación hasta el extremo: participar en algún Gazte Topagune, ser miembro de TAT, participar en eventos organizados por GaztEHerria, firmar un manifiesto contra el proceso de Jarrai-Haika-Segi, ser avalistas de una agrupación electoral posteriormente ilegalizada, haber sido identificados en movilizaciones de la calle... Han mostrado, sin ningún pudor, la larga sombra del estado policial que emplea el control ideológico. Al mismo tiempo, han admitido que la mayoría de los candidatos no están «contaminados». Pero, de todas formas, han tomado a los independientes por «miembros de Batasuna». Sin datos, sabiendo que es imposible distinguir entre las filiaciones políticas de las personas que aparecen en las listas.
Ahora, el contraindicio ―la postura frente a la violencia― es más fuerte que en el caso de Sortu, porque en medio se encuentran los partidos EA y Alternatiba. En las impugnaciones se evita esa realidad, y esconden que en el decálogo firmado por los candidatos de Bildu se recoge el rechazo a la violencia de ETA. ¿Cómo se podría impedir esta rueda de abusos?
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