Ochenta años después
11.04.2011
El próximo miércoles hará ochenta años del 14 de abril, el día que el abuelo de Juan Carlos tuvo que hacer las maletas mientras en la Plaza Sant Jaume se proclamaba un estado catalán que, por desgracia, duraría demasiado pocas horas.Tozuda como ella sola ayer la Barcelona republicana y soberanista, la ciudad organizada y libre, la rosa de fuego amante radical de la libertad renacer para dejar claro que la historia no ha terminado.
Cuando no han pasado ni unas horas de la jornada de ayer es muy difícil comprender qué alcance tendrá todo sobre nuestras vidas. Pero cualquier observador mínimamente honrado no puede negar ya que Arenys de Munt y las votaciones que le siguieron, el infame sentencia del constitucional español, la manifestación del 10 de julio y ahora este extraordinario cierre de campaña de Barcelona Decide ponen delante de nuestros ojos un país diferente. Un país distinto porque se sabe fuerte, porque se sabe seguro de sí mismo, porque no pide permiso a nadie, porque sabe que crece y que tiene en la independencia un horizonte claro, aunque sea parcial, de momento sólo por el Principado.
Bien tarde en la noche cientos de personas aún felices por el éxito cantaban y bailaban en la puerta de la UGT en la Rambla de Santa Mónica, sede que había sido la del CADCI. No sé si alguno de ellos recordó que el seis de octubre de 1934 los militares españoles asaltaron aquel edificio a cañonazos matando entre otros hombres honorables como Jaume Compte, Amadeu Bardina o Manuel González Alba.
Hace ochenta años, contra las armas, ellos y muchos otros soñaban con un país libre que si no pudo ser entonces lo puede ser ahora. Ahora que ya no caben los cañones en la Europa democrática. Ara quan la força de la democràcia és imbatible. Ahora cuando la fuerza de la democracia es imbatible.
Ahora que la libertad no se puede discutir y nosotros seguimos aquí, reinventando la nación década tras década, votando por hacerla normal un domingo lleno de sol.
Fuente editorial de www.vilaweb.cat
Cuando no han pasado ni unas horas de la jornada de ayer es muy difícil comprender qué alcance tendrá todo sobre nuestras vidas. Pero cualquier observador mínimamente honrado no puede negar ya que Arenys de Munt y las votaciones que le siguieron, el infame sentencia del constitucional español, la manifestación del 10 de julio y ahora este extraordinario cierre de campaña de Barcelona Decide ponen delante de nuestros ojos un país diferente. Un país distinto porque se sabe fuerte, porque se sabe seguro de sí mismo, porque no pide permiso a nadie, porque sabe que crece y que tiene en la independencia un horizonte claro, aunque sea parcial, de momento sólo por el Principado.
Bien tarde en la noche cientos de personas aún felices por el éxito cantaban y bailaban en la puerta de la UGT en la Rambla de Santa Mónica, sede que había sido la del CADCI. No sé si alguno de ellos recordó que el seis de octubre de 1934 los militares españoles asaltaron aquel edificio a cañonazos matando entre otros hombres honorables como Jaume Compte, Amadeu Bardina o Manuel González Alba.
Hace ochenta años, contra las armas, ellos y muchos otros soñaban con un país libre que si no pudo ser entonces lo puede ser ahora. Ahora que ya no caben los cañones en la Europa democrática. Ara quan la força de la democràcia és imbatible. Ahora cuando la fuerza de la democracia es imbatible.
Ahora que la libertad no se puede discutir y nosotros seguimos aquí, reinventando la nación década tras década, votando por hacerla normal un domingo lleno de sol.
Fuente editorial de www.vilaweb.cat
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