por Carlos Ponte Mittelbrunn, con el apoyo y difusión de Osalde
La crisis económica ha interrogado con fuerza la sostenibilidad de la Sanidad Pública, haciendo más visibles los problemas crónicos que la afectan. Tres de ellos son especialmente relevantes en el escenario actual de la salud y la enfermedad:
- La confusión entre la Salud y sus Cuidados. Mejorar la salud, a partir de determinados mínimos, no son más médicos, enfermeras o tecnologías, porque tienen una pobre correlación con los indicadores de buena salud. Países con pocos recursos tienen excelentes indicadores, mientras que otros ricos en recursos, como Estados Unidos, tienen peores indicadores. La salud de una población depende más de factores socioeconómicos, medioambientales y estilos de vida que de la asistencia sanitaria.
- La medicalización de la sociedad ha convertido la salud en una obsesión patológica. Se inventan enfermedades (hiperactividad en los niños, disfunción sexual, fobia social…), se manipulan los factores de riesgo, los umbrales de enfermedad (prediabetes, prehipertensión…) y la prevención. No sólo es un gran negocio, sino que convierte a los ciudadanos en consumidores crónicos de fármacos y recursos sanitarios, y en “marionetas de la salud”: inútiles para decidir sobre sus propias vidas.
- Las privatizaciones están presentes en toda la geografía con el fin de traspasar los costes al bolsillo de los contribuyentes (Copagos) e incorporar los servicios sanitarios al mercado.Formulas clásicas, como las “externalizaciones”, o modernas como la “alianza público-privado”, son particularmente negativas porque disfrazan su verdadero contenido. La salud y los intereses de propiedad son irreconciliables.
10 claves para cambiar las políticas de salud y sanidad y responder a las necesidades reales de la ciudadanía
1.-Los presupuestos sanitarios no son agujeros negros que comprometen una economía sana y eficiente. Son inversiones socialmente imprescindibles, que han de ser públicas para garantizar la gratuidad y universalidad, y conseguir mayor efectividad, como prueban los estudios comparados en relación con los copagos y privatizaciones. Las inversiones públicas requieren suficiencia financiera, un pacto político de estabilidad y medidas de racionalización de los recursos.
2.-La apuesta por la sostenibilidad es hacer otras cosas y de otra manera, distinta del “sanitarismo y hospitalocentrismo”, ajena a la productividad empresarial, que no mide los resultados en salud, o la medicalización y el abuso de tecnologías y fármacos, en consumos y precios. Pese a que es habitual decir que “la culpa la tienen los viejos”, el envejecimiento no es el problema.
3.-Más evidencias, menos marketing y trasladar el conocimiento en acción. El poder de la industria “tecno-sanitaria”, y la dejación de los políticos, han marginado a la promoción para la salud, distorsionado la medicina como ciencia y falsificado la investigación, la formación y la práctica profesional. Muchas intervenciones médicas son inútiles e incluso netamente perjudiciales, aunque puedan ser eficientes, por su subordinación a intereses económicos contrarios a la salud.
4. La transparencia en el acceso a la información y en la toma de decisiones. con mecanismos efectivos que aseguren la honestidad, la independencia y la regulación de los conflictos de intereses que dominan el mundo de la salud.
5.-La planificación con planes integrales de salud en cada territorio y una estructura piramidal en cuya base está la promoción de la salud y la prevención primaria de la enfermedad, y en el vértice un adecuado balance entre los recursos de atención critica, especializada, primaria y la salud pública.
6.-La salud en todas las políticas con programas y procesos comunitarios que abarquen la autoayuda y los auto-cuidados; la alimentación saludable; la vivienda y el empleo dignos; el transporte público; el ejercicio físico y el rediseño de las ciudades; los servicios sociales; el ocio; la discapacidad; el aire saludable; el tratamiento sostenible de residuos; las redes sociales… Los Municipios, como responsables de parte de estás políticas, no pueden seguir de espaldas a estas necesidades.
7.Las desigualdades en saludson el resultado de las diferencias económicas, sociales y políticas que se enmascaran desde el “enfoque técnico” del paradigma biomédico dominante: Una visión exclusivamente biológica y tecnológica de la salud y los servicios sanitarios.
8.- La participación ciudadana, en oposición al consumismo y la transformación de los pacientes en clientes. Los ciudadanos no pueden seguir fuera de la agenda pública. Participar es tomar decisiones en las políticas públicas de salud, es ejercer el derecho al control social de los servicios sanitarios y reconocer el fracaso de los formatos ensayados hasta hoy.
9.-La gestión en la sanidad pública, mediatizada por el turno político y el corto plazo, avanza hacia un modelo radicalmente empresarial, con mecanismos e incentivos de mercado que se alejan peligrosamente de una gestión democrática y cooperativa, capaz de conectar con las necesidades reales de los ciudadanos y permitir la implicación efectiva de los profesionales sanitarios.
10.-La Atención Primaria es la prioridad del sistema asistencial. Requiere una mayor dotación económica, menos burocracia, mayor capacidad de resolución y utilizar mas eficientemente sus recursos. La estrategia AP 21, por ejemplo, identifica con claridad las necesidades del sector.
Nuestra propuesta, su sentido ético, moral y político, es mejorar la salud individual y colectiva de los ciudadanos y ciudadanas. Esperamos que así lo entiendan las formaciones políticas que concurren a las elecciones.
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