Patxi Bezares, Delegado de Lab en Atención Especializada de Araba
Osarean nace con el objetivo de dotar a la sanidad vasca de canales no presenciales para el acceso a los servicios sanitarios, utilizando para ello las tecnologías de la comunicación e información, es decir, pretende complementar el modelo de asistencia de presencia física en los centros de salud y hospitales por un modelo de interacción no presencial a través de internet, teléfono, SMS, correo electrónico, etc.
En la Comarca de Bilbao es realidad desde mediados del pasado mes de diciembre. En araba ya está implantado en los centros de salud de Aranbizkarra II, Lakuabizkarra, Sansomendi y Zaramaga. A partir del 17 de Marzo será implantado progresivamente en el resto de los centros de salud de cada comarca.
Aparentemente, este servicio tiene buena pinta, ya que, según nos dicen, podremos recibir servicios sin desplazarnos al centro de salud, solicitar recetas, pedir informes u otros trámites administrativos.
También nos dicen que podremos practicar un estilo de vida saludable a través de los consejos que nos van a ofrecer.
La pega viene cuando rascamos un poco la cáscara de este proyecto. Es entonces cuando empiezan a aflorar los inconvenientes: trato menos personal y menos humano elevado coste económico y molestias para los usuarios, no se garantiza la Ley de Protección de datos, etc.
Por otro lado, el control ciudadano y la transparencia en la gestión va a ser menor, no olvidemos que Osatek es una sociedad anónima.
Otra de las cuestiones que no se nos aclara es el famoso teléfono 902. Recordemos que esta extensión no es gratuita, que la paga el que llama, por lo tanto ¿quién paga este servicio? El de siempre, el usuario. Existen datos en cuanto a la demora que tiene este servicio actualmente, entre 4 y 5 minutos, como poco.
A mi juicio, este servicio supone el primer paso para el desmantelamiento progresivo de la sanidad pública, impidiendo que los más dependientes (personas mayores, enfermos crónicos, ciudadanos sin recursos económicos) hagan uso de los recursos sanitarios. En el fondo, buscan arruinar la sanidad pública y buscar de esta manera una excusa perfecta para obligarnos a tener un seguro médico privado. Esto supondría condenar a la beneficencia a los más desfavorecidos, es decir, a los que no son rentables para sus oscuros negocios
El derecho a la salud, al igual que la educación no son monedas de cambio, no son mercancías con un valor material determinado, no son acciones de compra para el beneficio de rapiñas capitalistas.
La vida tiene que ser un derecho in negociable, igual para todos, pero desgraciadamente como dice Ángeles Maestro en uno de sus buenos artículos, “ni a la hora de morir somos todos iguales”.
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