GARA
Maite SOROA | msoroa@gara.net
La mera posibilidad de que la izquierda independentista esté presente en las elecciones y la ciudadanía vasca tenga la oportunidad de votar sus candidaturas les pone los nervios más tensos que las cuerdas de un violín. Y en ese estado de exaltación escriben cosas como las que hoy leeremos.
Justino Sinova, en «El Mundo», aseguraba que «Sortu tiene los días contados», a pesar de lo cual llamaba a no bajar la guardia ante los ladinos abertzales porque «Todos sabemos que lograron colarse con abstenciones bochornosas que dañaron la democracia. Parece que ahora es menos probable el mismo escenario, pero, ¡qué lástima!, nadie está dispuesto a asegurar que los etarras fracasarán en su intento de allanar las instituciones y disponer, en consecuencia, de asistencias de dinero público, que es lo primero que buscan». Como dice el dicho, cree el ladrón que son todos de su condición.
Y el inefable Cayetano González, en su «Diario de León», informaba a sus paisanos de que «todos sabemos que los terroristas tendrán pensado un plan `b' e incluso un plan `c', que bien podía ser intentar colarse en las instituciones en las listas de otros partidos políticos legalizados -ahí está EA- o a través de agrupaciones electorales», así que toca espabilar ante la inminencia de la catástrofe: «Es deber del Gobierno seguir muy vigilante para que eso no ocurra. Porque si ETA lo consigue, estaremos ante una derrota en toda regla del Estado de Derecho». Ya ven que la euforia de hace unas semanas deja pronto paso a la angustia.
También en «Diario de Navarra» el ediorialista se mostraba más temeroso que confiado: «el papel del Gobierno es determinante, porque a él le corresponde poner sobre la mesa las pruebas sólidas para que los jueces resuelvan. Ésa es su tarea, aportar hechos concretos a los magistrados que no ofrezcan duda alguna sobre la vinculación de Sortu con Batasuna y, por extensión, con la misma banda ETA. Induce a mantener cierta desconfianza la experiencia de hace cuatro años, cuando Interior aportó pruebas suficientes para anular unas listas de ANV y no otras, tan evidentes como las desechadas». Se les olvida siempre que los que decidieron fueron las ciudadanas y ciudadanos.
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