A muchos jóvenes catalanes lo de la mili les queda muy lejos, pero para muchos de los que hoy rondamos la cuarentena, el servicio militar obligatorio fue el primer obstáculo a abatir. De hecho, nuestra generación fue la última que conoció esta herencia del franquismo y la primera que pondría contra las cuerdas el estamento militar en España, ante la perplejidad de la comunidad internacional.
La lucha de los catalanes contra el servicio militar obligatorio venía de lejos. Durante el primer intento de aplicar las levas en 1773, estalló en Barcelona una fuerte oposición que fue duramente reprimida por el ejército, lo que provocó la huida de un gran número de jóvenes en la Cataluña norte.
.
Desde entonces, episodios como los bombardeos de Barcelona de 1842 y de 1870, así como los fusilamientos de julio de 1909 tras la Semana Trágica, alimentaron un fuerte sentimiento antimilitarista del pueblo catalán.
Con estos precedentes sangrientos no es de extrañar que en el Preámbulo del Estatuto de Autonomía de Núria de 1931 se afirma que «El pueblo de Cataluña [...] quisiera que la juventud fuera liberada de la esclavitud del servicio militar. »Pero la Guerra Civil y la larga noche del franquismo no lo hicieron posible.
El ejército que reclutó nuestros padres era el mismo que en julio de 1936 se levantó contra la legalidad republicana que defendían nuestros abuelos.
Un ejército que, ya en plena democracia, mantenía intactos los valores autoritarios y excluyentes del pasado mientras sometía a los jóvenes reclutas a la irracionalidad más absoluta.
Un ejército que, ya en plena democracia, mantenía intactos los valores autoritarios y excluyentes del pasado mientras sometía a los jóvenes reclutas a la irracionalidad más absoluta.
Ir a la mili era hacer un viaje al infierno que comportaba un calvario de malos tratos físicos y psicológicos en un espacio donde los derechos civiles no estaban garantizados.
Ante esta situación, fueron muchos los que siguieron el ejemplo de Pepe Beunza, el primer objetor de conciencia encarcelado por motivos no religiosos en negarse a hacer el servicio militar obligatorio en 1971. Durante más de 30 años, el movimiento antimilitarista articularía la oposición al servicio militar obligatorio a través de diferentes campañas de objeción de conciencia y de insumisión a la mili.
Movilizaciones que, una vez aprobada la Ley de Objeción de Conciencia en 1984, evolucionarían hacia la denuncia de la prestación social sustitutoria y la penalización de la insumisión, a las que se añadirían miles de jóvenes, poniendo en riesgo su futuro.
Jóvenes que encabezaron una verdadera lucha social contra el establishment, protagonizando la primera experiencia de desobediencia civil masiva desde la muerte del dictador.
A pesar de este hecho, hay quien nos quiere hacer creer que fueron CiU y el PP los que decidieron poner fin a la mili mediante el famoso pacto del Majestic, que llevó José María Aznar al gobierno español en 1996.
A pesar de este hecho, hay quien nos quiere hacer creer que fueron CiU y el PP los que decidieron poner fin a la mili mediante el famoso pacto del Majestic, que llevó José María Aznar al gobierno español en 1996.
La verdad, es que fueron cientos de miles de jóvenes quienes, con su compromiso, pusieron fin a 231 años de leva militar obligatoria.
Un millón de objetores de conciencia en todo el Estado hicieron absolutamente inviable mantener la mili.
Y los más de cincuenta mil insumisos que acumularon sentencias de 1.000 años de prisión acelerar el proceso poniendo la fecha de caducidad.
Y los más de cincuenta mil insumisos que acumularon sentencias de 1.000 años de prisión acelerar el proceso poniendo la fecha de caducidad.
Una realidad a la que la clase política tuvo que adaptarse, hace 10 años, para no verse superada por los acontecimientos.
El modelo catalán de trabajo por la objeción de conciencia y las movilizaciones de desobediencia civil han servido de ejemplo y guía a otros países.
El modelo catalán de trabajo por la objeción de conciencia y las movilizaciones de desobediencia civil han servido de ejemplo y guía a otros países.
Países que, en el mismo corazón de Europa y en todo el mundo, aunque obligan miles de jóvenes a sufrir la esclavitud del servicio militar.
Y lo hacen a pesar de las repetidas resoluciones aprobadas por el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa a propuesta del Buró Europeo de Objeción de Conciencia, que llaman al reconocimiento sin restricciones del derecho a objetar en todo momento y sin penalización.
Una situación que se vive de manera más dramática en países como Israel, Turquía o Rusia, entre otros.
Ahora que vivimos tiempos de desafección política, es bueno recordar cómo un puñado de jóvenes, organizados y con las ideas claras, fuimos capaces de movilizar su miles para hacer realidad un sueño, gracias al esfuerzo y al compromiso individual y colaboración lectivo de toda una generación.
Ahora que vivimos tiempos de desafección política, es bueno recordar cómo un puñado de jóvenes, organizados y con las ideas claras, fuimos capaces de movilizar su miles para hacer realidad un sueño, gracias al esfuerzo y al compromiso individual y colaboración lectivo de toda una generación.
"Poca broma" He aquí la trascendencia...
En tiempos de lla guerra civil, uno de ellos fue fusilado por negarse a servir al ejército. Y en tiempos de la dictadura de Franco, alguno de ellos estuvieron hasta 21 años en cárceles militares.Hoy en día todavía son perseguidos en muchos países por razón de su insumisión hacia el Estado (himnos, símbolos, ejército, etc.).
Y hoy en día parece que aún sea un tabú hablar de ellos (si no es por calumniar cuáles).
Atentamente