Edgar E. Quintero
Rebelión
Muchos estudiosos de los asuntos vaticanos y algunos teólogos del catolicismo previeron un pontificado muy difícil dentro de la iglesia desde que Benedicto XVI fue elegido papa en abril de 2005, la razón de esas predicciones se basó en las posturas extremadamente ortodoxas y poco flexibles exhibidas por Ratzinger como cardenal y como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Benedicto XVI representa, según estos especialistas, un modelo extremadamente conservador dentro de la Iglesia, representa a una Iglesia apegada a criterios inamovibles y muy ortodoxos en la forma de manejar los asuntos del Vaticano y la forma de interpretar las doctrinas eclesiales católicas, opuestos en todo sentido a una Iglesia renovadora, abierta y liberadora no solo desde el punto de vista de la salvación espiritual de las almas, sino también desde el punto de vista de la inclusión de nuevas posturas y nuevos movimientos católicos nacidos a partir del modernismo y de la dinámica del mundo actual. Es incuestionable que al interior del Vaticano existen dos corrientes diferentes de ser Iglesia, una conservadora apegada a valores tradicionales muy poco cambiantes, que apoya el libre mercado y justifica el statu quo, y la otra mucho mas abierta, proclive a interpretar la doctrina católica en términos de cambios que deben relacionarse más con asuntos de justicia social y económica para los pueblos, es decir, no ve la religión solo como un mecanismo necesario para la salvación de las almas, sino como una oportunidad para promover transformaciones sociales pacificas que lleven a una sociedad mas justa y equilibrada.
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