Joxe Iriarte Bikila, Nathaly Pelage, Juan Ramon Garai, Josu Perea, Iñaki Martin
Recordamos los duros debates y confrontaciones ideológicas que hubo durante la década de los años sesenta, de consuno con el resurgimiento del movimiento obrero, los esfuerzos por el euskera y la resistencia antifranquista. Uno de ellos, y duro (las denuncias-insulto eran dolorosas: españolismo o subordinación a la burguesía), giraba a la sazón en torno a lo que se definía como contradicción principal: ¿qué era más importante, el aspecto social o el nacional?, ¿la lucha de clases o la nacional?, ¿el patriotismo o el internacionalismo?
A juicio de una corriente, siendo importante lo social, lo que debía priorizarse era lo nacional, porque en la década de los sesenta se veía al País Vasco camino de la muerte como nación. La metáfora que mejor concretaba esta visión era la siguiente: construyamos primero la casa y luego ya veremos qué color le damos. Muchos no compartíamos entonces ese punto de vista ni tampoco lo compartimos ahora. No es lo mismo un chalet para ricos o un apartamento para yuppies que una casa para gente trabajadora. No es lo mismo una urbanización de elite, aislada con guardias de seguridad, que un barrio popular diseñado para la convivencia de gente diferente de iguales derechos. El diseño subraya el carácter de clase y si es de tipo sostenible o dilapidadora de recursos.
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